El valor del diamante sube un 4 por ciento cada año haciendo de su adquisición una inversión segura. Hay un diamante para cada persona y para cada bolsillo, y acertar en la elección no es para nada una tarea fácil. No sólo se está comprando una joya sino que se está realizando al mismo tiempo una inversión.

A grandes rasgos podemos hablar del diamante en cuatro apartados, las denominadas “4 C” por su traducción de inglés (colour, cut, clarity y carat)

Color (colour) Es uno de los primeros aspectos visibles a los ojos del comprador. Se utilizan escalas de color para clasificarlos, Cuánto más blanco, más valor, desde la D a la Z . Hasta la letra H, el diamante se puede considerar “blanco”, adquiriendo una progresiva tonalidad amarillenta a partir de dicha letra. Los diamantes denominados fancy son aquellos que por impurezas de diferentes elementos químicos ( boro, manganesio…) adquieren una tonalidad de color muy apreciable (azul, verde, rojo, amarillo…) lo cual incrementa considerablemente su valor debido a su escasez.

Corte (cut) Lo esencial en la talla de un diamante es su belleza. Cuando se talla un diamante se busca su perfección. Dentro de la talla es importante considerar tres aspectos fundamentales: el pulido, las proporciones y la simetría. Todas ellas se clasifican desde deficiente hasta excelente. Aquí queremos dar especial importancia a la talla Heart and Arrows, considerada la perfección en la talla brillante.

Pureza (clarity) Todos los diamantes naturales poseen trazas de su crecimiento a través de los años, ya que son un producto de la naturaleza. Con la pureza, se describen las inclusiones que se encuentran en los diamantes. Son analizadas por un gemólogo con una lupa 10X.

Peso El peso de un diamante se expresa en quilates. Un quilate es equivalente a 0,20 gramos.